¿Qué tal? Me presento: Soy un viajero. Mi nombre no lo conoce
nadie, solo el viento. Soy el que viaja de sueño en sueño buscando quedarme
dormido para siempre. La realidad me echó a patadas de su living, y ya no soy
más que un desalojado pidiendo limosna y algo de afecto. ¡Hey! No es tan mala
la vida del soñador, créeme. Es un viaje tras viaje sin un peaje, no hace falta
usar traje y es económico.
(Para un soñador, la realidad no es más que un conjunto de nada cuando de humo, ruido, y gente ambiciosa por doquier se trata)
A veces sueño despierto, y a veces la realidad
me despierta, pero tengo que confesarte que me está pasando algo, y no sé si es un sueño vuelto realidad, o la realidad haciéndome
creerlo. Todavía no sé como terminé así, si ni siquiera empecé, o cómo es que
empecé, ya que el tiempo pasó corriendo y no me avisó nada de lo que estaba
pasando.
Yo sueño para escapar de la realidad que, por
momentos, me asfixia. A veces lo hago para escapar de la gente, también, pero
contradictoriamente, sueño con una persona. No entiendo lo que está pasando,
pero sé que está pasando, y de forma rápida, concisa, y perfecta, cual ocaso
marchitándose.
Alguien ocupa mi cabeza en este momento. Alguien me
arrastra del sueño a la realidad de la forma más hermosa. Ya no puedo quedarme
dormido y soñar, porque ni siquiera quiero dormirme. No sé qué palabras usar
para explicar esto que siento, aunque probablemente no haga falta explicarlo. Pues yo sé que lo siento, y eso es lo que me importa, al fin y al cabo.
No puedo considerarme más un viajero, ya que ahora no necesito
soñar para estar en un sueño. La belleza se personificó ante mí, y por algún
motivo se convirtió en mi dueña. Antes, nada me hubiera hecho dejar de soñar,
pero ya no sé si sé lo que antes supe, ni tampoco sé si sabré que sabía que sabría lo que pasaría.
Pero ahora sé una cosa, y es que la realidad no siempre
es tan mala… Como a mi me parecía.